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viernes, 5 de junio de 2009

István, Rózsa y el efecto Kosovo


El líder del grupo paramilitar-separatista desarticulado por la Policía boliviana la madrugada del 16 de abril en la capital cruceña recibía instrucciones desde el exterior del país para llevar adelante los planes para derrocar al gobierno del presidente Evo Morales y provocar la secesión de Santa Cruz de Bolivia. Esta operación fue bautizada como ‘Media Luna’ y apuntaba a precipitar el efecto Kosovo –desaparición de Yugoslavia– en el país, y para ello contaban con una red internacional de paramilitares extranjeros.
Esta versión se desprende de los correos electrónicos que Rózsa Flores intercambió cotidianamente con István, quien presumiblemente se movía indistintamente en Hungría, Croacia e incluso Estados Unidos.
Rózsa y su jefe ratifican en los correos electrónicos –que hoy publica Cambio en un informe especial– su radical militancia anticomunista y su desprecio por la vida. Y para llevar adelante sus planes desnudan los estrechos vínculos que mantenían con sectores ultraderechistas, con la élite terrateniente cruceña, así como con algunos ex comandantes militares.
Los separatistas planificaron hasta el mínimo detalle sus movimientos para el éxito de su aventura secesionista contra la patria.
Rózsa informó a István todo lo concerniente al desplazamiento de las Fuerzas Armadas y el armamento que utiliza, y éste le aconsejó que, llegado el día, “habría que atacar al centro de Inteligencia y a algunas fuerzas que pertenecen administrativamente al gobierno. Morales no tiene tanto poder militar para que esté en todas partes. Se puede derrocar el orgullo del poder desde el principio con tiroteo callejero, con tiros puntualizados efectuados desde una casa a escondidas. Los militares empezarán a tener miedo porque no sabrán desde dónde vienen los tiros”. “Saludos y cuida tu integridad física, primero tira, después pregunta, porque tú eres muy necesario allá”, señala István a Rózsa.
El plan separatista iba a ser ejecutado una vez que el pueblo boliviano aprobara, el 25 de enero, la nueva Constitución Política del Estado. Rózsa y la oligarquía que financiaba sus acciones terroristas esperaban que el gobierno, con la nueva Carta Magna en la mano, ocupe militarmente las tierras del oriente, acción que les habría dado el argumento que buscaban para exacerbar el sentimiento regional de los cruceños y arremeter con sus milicias en contra de la unidad de Bolivia.
“No soy ingenuo y sé que en la política de élite y en los negocios no hay, no tiene que haber sentimientos”, firma Rózsa sus intenciones de regar de sangre el suelo cruceño.
Agrega que sus milicias paramilitares se enfrentarían con militares venezolanos y cubanos que, según él, están presentes en el departamento de Santa Cruz; aunque los militares de Venezuela que operan en Bolivia son pilotos y técnicos de un helicóptero que presta servicios a la Presidencia de la República; y los cubanos son médicos que trabajan en ciudades y en las regiones más alejadas del país.
En los correos que intercambió con István, el fallecido líder terrorista califica de “titubeante” al gobierno de Estados Unidos, y de neocomunistas a los latinoamericanos que durante el frustrado golpe cívico-prefectural, de agosto y septiembre de 2008, expresaron su firme respaldo a la democracia boliviana.
Además, el plan separatista consignaba un inicial grupo operativo de 50 milicianos fuertemente armados, a los que se sumarían otros mil, debidamente entrenados presumiblemente en alguna hacienda que los separatistas escogerían de acuerdo con las circunstancias.
Rózsa destaca que un denominado Movimiento de Resistencia Civil era alimentado con entrenamiento en algunas áreas como exploración, evaluación y transferencia de datos, métodos de resistencia segura y tácticas. “Nosotros les brindamos el entrenamiento, la preparación y los posibles instrumentos (...) Nosotros le mandamos estas informaciones al grupo de resistencia-exploración para su procesamiento”. En los diagramas figuran como Intelligence Consulting Team.
En los correos electrónicos, István exigía a Rózsa los datos necesarios que le permitan completar la estrategia de las acciones paramilitares para derrocar al gobierno de Evo Morales y consumar la secesión de Santa Cruz de Bolivia. “Querido Eduardo. Hasta ahora está todo redondo y creo que si seguimos vamos a tener éxito seguro. Con saludo fraternal: István”.
Rózsa señala a su maestro que la organización separatista había construido un círculo impermeable y que ese círculo sedicioso estaba constituido por “blancos o semiblancos”, que todos conocían a todos y que, por ello, era casi imposible que pueda filtrarse alguna información al gobierno. En este marco, István le preguntó a Rózsa: “Quiénes son los miembros de este Consejo, quiero a todos con nombre”. En un correo posterior, Rózsa le informó que ese Consejo lo conformaban Rubén Costas Aguilera, Branko Marinkovic, Eduardo Paz, Mauricio Roca y Germán Antelo.
El plan separatista tomó todos sus recaudos y nunca le interesó si en la aventura murieran decenas o miles de bolivianos, porque el objetivo era claro: dividir Bolivia para crear una República independiente que sería gobernada por ricos latifundistas “blancos o semiblancos”. Por eso y en la hora actual, la justicia tiene en sus manos el desafío de defender la unidad de la patria, con los instrumentos que le da la democracia.