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jueves, 22 de enero de 2009

EL SÍ...


Que poco duró la sensación de alivio surgida de los acuerdos congresales del 21 de octubre del pasado año. Parecía que el proceso de dotarnos de una nueva Constitución Política del Estado culminaba en lo más próximo a un pacto o acuerdo nacional, pues en el nuevo texto se tomaba en cuenta las principales propuestas, dudas, requerimientos y hasta algunas majaderías de los partidos de oposición representados en el Congreso.
Las decisiones de esa fecha eran aún mas importantes si recordamos que venían precedidas del fructífero diálogo realizado en Cochabamba, una vez frenada la asonada golpista de “cívicos” y prefectos opositores, mediante legítimos procedimientos democráticos, gracias a una vigorosa movilización social y a la oportuna mediación internacional.
Pero a la hora de la verdad nos encontramos con una actitud opositora absolutamente irracional, intra y extra parlamentaria, una vez más encabezada por los alicaídos prefectos de la llamada “media luna” ayudados por una campaña mediática, tan persistente y sistemática como cada vez más grosera y desvergonzada (hasta convirtieron a Dios en candidato).

En este caso, los machacones y terroríficos mensajes pagados de la ultraderecha, especialmente en la televisión, entran en sintonía con las mentiras, medias-verdades, exageraciones u omisiones que perpetran a diario la mayoría de los medios degradando hasta el extremo el oficio periodístico.

A esa ensalada añaden su condimento “sesudos” analistas (gurús) presuntamente imparciales que saturan los medios con su siembra de dudas, miedos y apocalípticas predicciones. Algunos intentan desmarcarse de la oposición de ultra derecha, faltaba más, se consideran progresistas, cuando en realidad se coluden con ella al pronunciarse por el no.

Nunca como en momentos como este se ponen a la luz del día los menguados intereses de algunos sectores, especialmente de las capas medias, sensibles a esas campañas más por cálculos mezquinos que por convicciones verdaderas.

En fin, a estas alturas, está claro que todo proceso de cambio provoca inevitables tensiones y fricciones. Pero obliga también a grandes definiciones. Estoy por el SI y porque nuestras diferencias se resuelvan por caminos democráticos.

Por Carlos Soria Galvarro,Escritor y periodista boliviano.