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martes, 6 de enero de 2009

Los cadáveres de Gaza: ¿Porqué nadie se atreve a condenar a Israel?


Desde el punto de vista de la lógica histórica y diaria (comprobable en cualquier cronología estadística de los hechos), todo parece claro: Israel es el invasor y Gaza es el invadido. Gaza es la víctima e Israel es el victimario. Gaza es el ocupado e Israel es el ocupante. El que quiera supervivir (sin problemas) dentro del sistema deberá invertir sus ideas y olvidarse para siempre de esta lógica verificable en la práctica: Es antisemita.
Israel (según la realidad verificable diaria) es la potencia que rodea y controla militarmente a Gaza, su ejército ingresa cuando quiere a la Franja, detiene, mata o encarcela a los ciudadanos de Gaza con total libertad y sin que ningún tribunal internacional intervenga, cierra cuando quiere sus fronteras, bombardea edificios o infraestructuras del país con total impunidad, ataca poblaciones civiles y tiene la potestad absoluta sobre el ingreso (o no) de alimentos, combustibles y medicinas, esenciales para la supervivencia de sus habitantes que viven, en su mayoría, del asistencialismo internacional.

En consecuencia (y como se desprende de la lógica de los hechos) Israel claramente ejerce el rol de potencia ocupante (ilegal) de un país soberano sin posibilidad de defensa ante su poderío militar de última generación.

Comprobadamente, el bloqueo israelí en Gaza (apoyado por EEUU y la Unión Europea) ya sumió a la Franja en un situación de catástrofe humanitaria, donde decenas de miles de palestinos (principalmente niños y ancianos) mueren por efectos de la desnutrición y de las enfermedades colaterales del hambre.

Formalmente, Gaza cuenta con un gobierno y un parlamento elegido en la urnas, pero en la práctica (y por la situación descripta) el país funciona como un “gran campo de concentración” de Israel con un millón y medio de palestinos adentro.

Frente a la realidad abrumante de la ocupación y del poder militar de Israel, la reacción del gobierno (conducido por Hamas) y de las organizaciones de la resistencia palestina se parece a la de un mosquito frente a un buey: Sólo puede causarle molestias.

Grafiquemos: Durante los más de quince meses que lleva el bloqueo judío contra Gaza, los efectos de los cohetes palestinos artesanales que impactan contra ciudades fronterizas israelíes no superaron los diez muertos. En la misma cantidad de tiempo, el ejército israelí, en distintas incursiones en Gaza, mató a más de 400 palestinos e hirió a centenares, además de los miles de muertos a causas de enfermedades producidas por el hambre y la desatención sanitaria.

Solamente el sábado, las sincronizadas y fulminantes operaciones militares israelíes con 60 bombarderos y helicópteros asesinaron (en cuestión de minutos) a más de 240 palestinos e hirieron y/o mutilaron a otros 800.

Esta realidad sucinta (que surge de situaciones y números concretos al alcance de cualquiera) muestra claramente (y con total objetividad) la falsedad de la tesis israelí que justifica sus ataques y sus masacres militares y económicas en un argumento de “defensa” ante la “amenaza terrorista” de Hamas.

Concretamente, y como se puede verificar en los hechos, Israel es una superpotencia nuclear que controla y domina a un país casi indefenso ante su poderío tecnológico-militar, y que se encuentra con su población enferma, hambrienta y en estado de catástrofe humanitaria.

Una columna de humo y explosiones tras un ataque israelí con misiles se puede ver sobre la ciudad de Gaza.(Foto EFE)

Claramente, y más allá de cualquier consideración jurídica o política internacional, la operación de exterminio militar ejecutada por Israel contra un país enfermo, debilitado, hambriento y sin capacidad de defenderse, el sábado, constituye un crimen de lesa humanidad.

Es la máxima expresión de injusticia del fuerte contra el débil. En ese escenario, los pilotos judíos que el sábado cumplieron la “misión” de matar o mutilar en Gaza a centenares de hombres, mujeres y niños indefensos y luego volvieron a sus bases (casi sin despeinarse), no son soldados peleando contra un enemigo equivalente, sino criminales de lesa humanidad.

Los funcionarios políticos y jefes militares que dieron las órdenes no representan a ningún Estado que defiende su seguridad, sino que representan a un Estado criminal que asesina en forma masiva por razones imperiales de conquista y sometimiento territorial.

Y la acción del ejercito israelí no está incursa dentro de ninguna lógica de la guerra militar, sino dentro de una política criminal depredadora que viola (impunemente) leyes y derechos establecidos como norma internacional por el propio sistema capitalista.

¿Porqué ningún país o jefe de Estado (salvo Irán, Venezuela o Cuba) se atreve a denunciar y a condenar públicamente los crímenes y las políticas imperialistas de Israel?. Hay dos razones principales:

A) El que denuncie y condene públicamente a Israel se expone a quedar aislado (bajo los cargos de antisemita) y ser derrocado por un movimiento de presión internacional digitado desde Europa y EEUU.

B) Las organizaciones internacionales (como la ONU y su Consejo de Seguridad), los organismos y tribunales jurídicos que podrían juzgar y condenar a Israel se encuentran en manos de EEUU y de las potencias sionistas aliadas en la OTAN que hacen de la supervivencia del Estado de Israel, su propia supervivencia.

Esto explica claramente porqué para EEUU, la Unión Europea y la ONU en la Franja de Gaza no hay ocupación militar israelí, sino un “conflicto” entre el “terrorismo” de Hamas y el Estado de Israel.

Todo lo que se oponga a esta norma establecida a priori como único valor de “análisis”, no tiene ninguna entidad creíble o simplemente no existe en la prensa y en las grandes cadenas mediáticas formadoras de “opinión pública” internacional.

En consecuencia, y para las mayorías planetarias, entre sábado y domingo, Israel asesinó en Gaza a 300 seres humanos, hirió y mutiló a más de 1000, sólo para defenderse del “terrorismo asesino” de Hamas. El que se salga de esa lógica discursiva y analítica, es… antisemita.

En resumen, y para supervivir éste y los años que restan dentro del sistema, hay que liberarse de dos tendencias destructivas: Llamar “judío” al sistema que controla el mundo y llamar “colonizador y asesino” al Estado de Israel.

El que consiga dominar estas tendencias destructivas puede dormir en paz, y sin que los cuerpos destrozados y mutilados del pueblo palestino de Gaza le afecten la digestión.
Fuente:wordpress