Según el Ministerio de Justicia de Japón  unos 17 bolivianos se encuentran en calidad de desaparecidos luego del  terremoto y posterior tsunami que afectó el noreste de Japón el pasado  viernes. La información fue dada por Radio Riberalta.
 
José  Luis Saucedo Wakamatsu, residente  boliviano  en la ciudad de   Kanagawa, en contacto directo con Radio Riberalta, dijo que a través de   la televisión nipona   se proporcionó  dicha información  que, sin  embargo,    todavía no fue corroborada por  la embajada  boliviana   cuyas puertas están cerradas desde el fenómeno, sumiendo en la   desesperación  a muchas familias que esperan conocer la suerte corrida  por sus seres queridos.
Saucedo indicó  que ese  número   es  de   los bolivianos que tenían visado de trabajo, pero que existe la  posibilidad de que otros ciudadanos  hubiesen estado en  situación  irregular, sin los papeles necesarios  de radicatoria  y por  ese motivo  no  aparecen  en los registros  oficiales.
Indicó  que  las  autoridades niponas  sólo proporcionaron  el  número   de desaparecidos y  no los nombres, por lo que  urge  que la embajada boliviana se  pronuncie  al  respecto. Manifestó que  otras legaciones diplomáticas  latinoamericanas   ya movilizaron  a  su personal y están en el área  buscando  a sus  ciudadanos  desaparecidos.
Saucedo y otras  familias bolivianas que trabajan en  las ciud
Cifras.-
1061  extranjeros latinoamericanos trabajaban en el área  afectada por el terremoto y posterior tsunami.
De ellos, 17 son bolivianos  que  trabajaban en  estas áreas:  9 en Miyagi Ken;  7 en Fukushima;  1 boliviano  en Iwate.
Unos 3 mil  riberalteños trabajan  en  Japón.
ades   de Kanagawa y  Gunma  se encuentran reunidas   hasta que pase la  emergencia, aunque por el momento la   situación es de tensión por el  problema de los reactores  nucleares y las continuas   réplicas del  terremoto principal. Fuente: Eldeber.com.bo
La crisis nuclear se agrava en Japón con otra explosión en Fukushima
La  crisis nuclear se agravó el martes en Japón con una nueva explosión y  un incendio en la central Fukushima 1 que elevaron peligrosamente el  nivel de radiactividad en el archipiélago.

 
  Las pesadillas parecen encarnizarse con el archipiélago, donde volvió a  registrarse un sismo de magnitud 6 que estremeció los edificios de  Tokio.
   El temor de un desastre nuclear que aseste un golpe  letal a la tercera economía mundial provocó pánico en los mercados: la  bolsa de Tokio llegó a caer un 14% durante la sesión, aunque al final  limitó el derrumbe y cerró con pérdidas de 10,55%.
   Los  japoneses hacían provisiones masivas de agua y víveres, vaciando las  góndolas de los supermercados, pese a las advertencias de que esas  compras podían comprometer el abastecimiento de las áreas devastadas por  los desastres.
   El nivel de radiación en las inmediaciones de  Fukushima 1 "ha aumentado en forma considerable", declaró el primer  ministro, Naoto Kan. Su portavoz, Yukio Edano, precisó que los niveles  de radiactividad alcanzados "pueden afectar la salud de los seres  humanos".
   Las autoridades indicaron que también se detectó  radiactividad en la zona de Tokio (a 250 km al sudoeste de la central),  aunque en niveles que no suponen peligro para la salud.
   Los  habitantes de la capital, la mayor megalópolis del planeta (35 millones  de habitantes), se precipitaban así y todo a las tiendas para comprar  máscaras y material para enfrentar cualquier emergencia.
   Kan  extendió a 30 km la zona de exclusión en torno a la central de Fukushima  1. El sábado pasado había fijado esa zona en 20 km, con la consiguiente  evacuación de más de 200.000 personas.
   Kan pidió a la población que reaccione con "calma", pese a la gravedad de la situación.
    En la ciudad de Fukushima, 80 km al noroeste de la central, "hay muchos  niños enfermos pero las farmacias están cerradas (…). Todos quieren  irse, pero no hay gasolina" para los vehículos, contó por teléfono Kaoru  Hashimoto, un ama de casa de 36 años que vive en esa localidad.
    Poco después de las 06H00 locales (23H00 GMT del lunes), "hubo una gran  explosión" en el reactor 2 de la central Fukushima 1, informó la Tokyo  Electric Power (TEPCO), empresa operadora de la planta.
   Otra  explosión de hidrógeno provocó poco después un incendio en el reactor 4.  El canciller japonés, Takeaki Matsumoto, indicó en París, donde  participa en una reunión del G8, que el nivel de radiactividad provocado  por ese incendio "podría afectar la salud" de la población.
   El sábado y el lunes ya se habían producido explosiones en los reactores 1 y 3.
    Cuatro de los seis reactores de Fukushima 1 se encuentran averiados y  las temperaturas siguen aumentando en los dos restantes.
   La  Organización Meteorológica Mundial (OMM) indicó que los vientos estaban  alejando hacia el mar la amenaza de radiactividad, sin que ello tuviera  "implicaciones" para otros países.
   La Autoridad Francesa de  Seguridad Nuclear calificó el accidente en un nivel 6 (sobre una escala  de 7), lo cual lo convierte en el segundo más grave de la historia del  sector nuclear civil, superado sólo por el de Chernobyl (Ucrania) en  1986.
   El desastre llevó a Alemania y Rusia a ordenar un examen  inmediato de la situación y las perspectivas de la energía nuclear. La  canciller alemana, Angela Merkel, anunció el cierre inmediato por tres  meses de los siete reactores en servicio antes de 1981.
   Las autoridades niponas enfrentan además la crisis humanitaria provocada por el sismo y el tsunami.
    El último balance policial de los desastres naturales es de 3.373  muertos, aunque fuentes oficiales afirman que más de 10.000 personas  perecieron.
   Japón es el único país que sufrió ataques nucleares  -dos bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en 1945, al final de  la Segunda Guerra Mundial- que mataron a unas 200.000 personas, y sus  habitantes conocen los riesgos de la radiación.
   Las explosiones  en las centrales se deben a las intervenciones de emergencia llevadas a  cabo para reparar los sistemas de enfriamiento dañados por el tsunami  que siguió al sismo de magnitud 9, el mayor de la historia de Japón.
    La central de Fukushima 1, construida en los años 70, fue totalmente  desconectada y TEPCO deriva agua de mar para enfriarla, en un  procedimiento que provoca radiaciones.
   En Viena, el director  general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Yuyika  Amano, juzgó muy improbable que la situación degenere en un nuevo  Chernobyl.
   Japón pidió sin embargo ayuda a la AIEA y a Estados Unidos para enfrentar la emergencia.
    Unas 500.000 personas fueron evacuadas y muchas tuvieron que ser  alojadas en centros de emergencia tras haberlo perdido todo con el paso  del tsunami, una aterradora cortina de agua de 10 metros de altura que  barrió el litoral noreste de la principal isla del país.
   En  Sendai, una ciudad arrasada, la destrucción fue total. En el aeropuerto  local, trozos de avionetas sobresalían del barro entre restos de casas  de playa arrastradas hasta allí por el oleaje.
   Unos 100.000 soldados trataban de asegurar en toda la región
  el aprovisionamiento de agua potable y alimentos, restablecer las  infraestructuras viales y de telecomunicaciones y despejar el terreno en  busca de eventuales sobrevivientes.
   El impacto económico del desastre se hacía sentir en el mundo, con fuertes pérdidas en las bolsas.
    También caía el precio del petróleo, en previsión de una menor demanda  por parte de Japón, tercer consumidor mundial de crudo.
Fuente: AFP